Del enamoramiento a la desilusión: cuando lo que enamoró termina rompiendo la relación
- Barbara Bornscheuer
- 7 may 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun 2024
Para desarrollar su potencial personal, el ser humano necesita de otros seres humanos, pero sobre todo de su pareja” (Willi, 1978).

Uno de los motivos de consulta frecuentes suelen ser problemas de pareja. El paciente los trae a sesión como preocupación, pero muchas veces desde la queja hacia el otro, sin involucrarse en esa crítica. Al contextualizar en la historia y los involucrados, detectamos que aquello que tanto molesta tiene mucho que ver con lo que en un comienzo atrajo. Vemos el paso del enamoramiento a la desilusión: cuando lo que enamoró termina rompiendo la relación. Entonces, ¿Cuándo esa característica que gustaba y servía para la relación termina por amenazar el vínculo? ¿Qué cambia desde el período de enamoramiento al periodo de desilusión?
En un comienzo de la relación cada uno reconoce mutuamente la manera diferente de ser como algo atractivo. He ahí la frase “polos opuestos se atraen”. El conflicto aparece cuando uno de los dos comienza a querer satisfacer sus propios deseos o necesidades a través del otro, quien tiene una manera opuesta de lidiar con el conflicto. Esto ocurre la mayoría de las veces de forma inconsciente. Por ejemplo, al comienzo él es muy protector y eso a su pareja le gusta; para él, sentirse necesitado le permite sentirse importante, y para ella, ser cuidada le permite un mejor desenvolvimiento personal. Con el tiempo, ella ya se desenvuelve mejor por lo que la protección del otro no es necesaria y comienza a molestar, sintiéndose como control. A su vez él, sintiendo que ya no es necesitado, va rigidizando sus conductas para no perder su rol. Esto muestra que con el tiempo vamos enfocándonos en nuestras propias necesidades sin importar las del otro. Así, aquello que un comienzo nos permitía un mejor desenvolvimiento personal, al llevarse a los extremos o no ser necesitado más, terminan siendo una amenaza al vínculo.
Si esto se detecta a tiempo, las parejas pueden trabajar en la relación y volver a “sacar provecho” de esas diferencias. ¿Cómo trabajamos esto en la psicoterapia individual desde el enfoque psicoanalítico? Volviendo a los conflictos internos personales, enfocándose en entender cómo se busca lidiar con ellos a través del otro. Se trabaja haciendo consciencia que los problemas de pareja se deben a una dinámica que se ha dado entre ambos y no solo a una parte, e identificando el rol que el paciente juega en la relación. Para que alguien sea dependiente, tiene que haber otro que permite o favorezca esa dependencia. Para que haya un miembro muy pasivo en la relación, debe haber otro que no permite la activación de este. La queja también tiene que ver con mi actuar y, por tanto, puedo tratar de trabajarla desde la modificación de mis conductas. Así, los cambios de un miembro de la pareja conllevarán cambios en el otro que, si son bien implementados y correspondidos, serán positivos para la relación. Debemos tener en mente que esas diferencias pueden potenciar nuestro desarrollo personal y de pareja, siempre y cuando mantengan la flexibilidad y autoconsciencia que se requiere.
“Nada estimula de manera tan eficaz el crecimiento personal como una relación de pareja, y nada paraliza tanto como una relación de pareja con una organización excesivamente rígida y destructiva. Para desarrollar su potencial personal, el ser humano necesita de otros seres humanos, pero sobre todo de su pareja” (Willi, 1978).
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